París by Night
El nuevo puente de París sobre el Sena homenajea a Simone de Beauvoir.
A veces cuando la tierra se puebla de melancolía; buscamos algunas ventanas para escapar o mirar (lo que confirma una vez más que el alma es tanto o más voyeur que nosotros mismos). Estoy diseñando este sitio, o estación, todavía no sé bien con qué propósito. Tal vez agrupar todo lo que tengo disperso en Internet. Por lo pronto, lo primero que se me ocurre es llenarlo de amor y de versos. © 2006. All rights reserved.
“Una cápsula de Oleum es rota torpemente por los dientes del sujeto. Su garganta no la filtra, tampoco lo salva. Como en un naufragio, la “piedra” pétrea se derrama en torrentes por los pasadizos de la traquea. Convertida en aceite mineral la saliva baja ya enlutada atravesando el interior de su debilitada anatomía. Un hematíe -que pide perdón a gritos- se desprende hacia el vacío. Atado a su patita un coágulo que perece en el acto al ser asfixiado por la gruesa capa que todo lo cubre no alcanza a presenciar la despedida. Nadie escucha el golpe de los dos cuerpos al caer. Nadie escucha el silencio de sus voces. Nadie nunca (...) La muerte negra, ahogada entre sollozos, se apresura a tomar para sí la maldita y única reflexión que puedo hacer en este instante: dice ser la conexión, el cepo entre dos sombras anónimas. Afuera: la vida gira entre chubascos de estrellas; el mundo, que ya tiene sus propias muertes y sonidos, sobrevivirá al cenit.”
(de Breves Ficciones Amorosas, ® María Cristina Grassi)
"Un día escuché el leve crujir de una alita; fue como un primer llamado, pensé: ¡eres tú! Hace algún tiempo me llamaste y te busqué por todo lugar, pero no te encontré. No estabas. Ayer, cuando regresé, vine corriendo sólo para observarte en tu burbuja espacial: no había piel suficiente para tanta aguja y herida. Te reconocí entre tejidos, morada, verdosa, con tu carita de alien, tan frágil como un pétalo; dulce pistilo de Dios concebido en la inocencia. En aquel momento todas las estrellas vinieron a saludarte. Me asomé y te besé a través del cristal. Una muralla altísima nos separaba. No pude tocarte, pero lo hice igual con mimos, canciones, y el pequeño cultrún que te traje sobrecargado de secretos ancestrales. Pareciste escuchar desde un principio. Absorbiste cada código y tus ojos se iluminaron por primera vez como un faro en la quietud. Ya la conexión estaba hecha, pequeño astro. Hoy eres el brillo que le faltaba a mi casa, la alegría de vivir, el refugio encantado, las ganas con que río al salir del trabajo cuando me encamino cada tarde."