lunes, enero 16, 2006

Morbus Melancolicus

Es esta lluvia; este extraño gris de un diciembre desordenado
Es esta gripe que me duele todo
garganta, huesos, oídos
más abajo, toco en el corazón,
donde una legión de cicatrices me salen volando
envueltas en celofán con forma de aspirinas;
son los regalos de amor
que la realidad se encargó de dejarnos
como recuerdos de una era inolvidable
No queda mucho espacio ya
aunque siempre habrá espacio
para una cicatriz más pequeñita
Extraño los rincones con olores misteriosos
Las manos perfumadas
los instantes en que juntos miramos a lo lejos
Mis inviernos frecuentes, tus viernes desatados
el vino que improvisamos
Una marca: el te quiero que va y viene
hacia el país invisible. No es la tierra de la tristeza. No
Ya no es como tú dices, ahora es mucho más:
“es la tierra del cielo azul y de las hojas secas”
me dice un sonriente Nicanor anti-toda naturaleza
Comala quedó atrás, presa en la nostalgia, en Juan creador;
En todos los muertos que de alguna manera jugamos con el amor
para nunca más volverlo hacer;
fantasmal, herido, tallado en la roca
el habitante de esta casa no fue nunca
el único ni el último protagonista
está escrito en sus páginas, búscalo
La historia continúa y no tiene fin, ¿no lo sabías?
Hoy la golondrina anuncia nuevamente el tiempo de la poesía
y Vicente se me enreda de nuevo en los cabellos
como un chiquillo de meses;
no quiere que termine el poema
que rondará para siempre las cabezas
melancólicas:
es el absurdo querido
es la coincidencia que mata
es la gripe decembrina
es esto extraño
que te tengo

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