lunes, enero 16, 2006

Microcosmos

“Una cápsula de Oleum es rota torpemente por los dientes del sujeto. Su garganta no la filtra, tampoco lo salva. Como en un naufragio, la “piedra” pétrea se derrama en torrentes por los pasadizos de la traquea. Convertida en aceite mineral la saliva baja ya enlutada atravesando el interior de su debilitada anatomía. Un hematíe -que pide perdón a gritos- se desprende hacia el vacío. Atado a su patita un coágulo que perece en el acto al ser asfixiado por la gruesa capa que todo lo cubre no alcanza a presenciar la despedida. Nadie escucha el golpe de los dos cuerpos al caer. Nadie escucha el silencio de sus voces. Nadie nunca (...) La muerte negra, ahogada entre sollozos, se apresura a tomar para sí la maldita y única reflexión que puedo hacer en este instante: dice ser la conexión, el cepo entre dos sombras anónimas. Afuera: la vida gira entre chubascos de estrellas; el mundo, que ya tiene sus propias muertes y sonidos, sobrevivirá al cenit.”

(de Breves Ficciones Amorosas, ® María Cristina Grassi)

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