sábado, enero 24, 2009

Chinatown


Sí, es algo que pasó. Caminábamos, la Verito y yo, por el lado de atrás del estacionamiento. Allí considero que hay espacio suficiente para que practique en su bici. Generalmente se baja cuando en el jardín observa alguna flor amarilla o de aquellos “abuelitos” en flor para soplarlos al viento. Luego se vuelve a montar en el aparato y sigue pedaleando y manejando la bici con una destreza que yo no tenía a su edad. Esa tarde fui yo quien reparó en una “chinita” de aquellas cuéntame los dedos… Su caparazón estaba pintado con brillantes círculos rojos y negros pero un tanto más alargado que el de las chinitas convencionales que son como más redonditas. Pensé será un chinito, el papá de la especie? Igual le hice el alerta a la niña y ella vino enseguida a mí haciendo un gran escándalo “una chiniiiita, una chiniiita, la quiero veeer!!!” Yo, por la prisa y por tratar torpemente de cogerla del piso para mostrársela de cerca creo que al final la despaturré porque luego vi que la pobre rengueaba y arrastraba su tronco y patitas. Con una hebra de árbol le ayudé a enderezarse y llegar hasta la vereda para remontarse finalmente en un pedacito de jardín. Supongo que allí le darán los primeros auxilios.

domingo, enero 11, 2009

La luna me está mirando...