domingo, agosto 03, 2008

El infierno también es circular

Estoy a un paso de la casa sola. Aunque las voces han dejado de sonar en mi oreja, me conservo íntegra (todavía). No me derramo con mucha facilidad. Me encuentro y (des)encuentro en esta casa sola. No distingo bien entre las sombras que la habitan. Estoy de pronto en esta casa y no escucho más allá de lo único que quiero escuchar, el repique incesante del tecleo de las letras bajo unos dedos corpulentos. No puedo pensar en otra cosa más que en la escritura, pero más que pensarla, tengo que escribirla. Y escribirla no es fácil. La errancia nunca tiene fin, tampoco principio. Pero hay cosas, en el aire, en la garganta, en el vientre, en el sexo que las piensa. Salen de la propia necesidad de escribirlas. Tengo que dejar que fluya la letra, la música y que se arme el gran concierto, Tengo que dejarle fluir, fluir hasta que me domine. En algún momento tengo que dejar de ser yo, salirme del cuarto, para que otro, y otra, tomen la batuta y deslicen su mano en la nota que más les produce placer. Yo me retiro a escucharles; a fumar, a hablar con el vecino. Volveré sólo cuando dejen de sonar.

7, porque siete aberturas tiene la cabeza


(Escrito bajo el amparo de una máscara – Trafico en Corto - Asdict. (19/10/06 15:43)

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