martes, enero 02, 2007

Aniversario

... en uno de esos arrebatos de fin de año, aunado a la sensibilidad que inspiraron aquellos días, hace exactamente un año decidí poner al aire este sitio, que más que blog o bitácora, parece un cuadernillo de notas sueltas. Hacer un resumen, comenzar por su título, creo que sería lo más prudente. A ver… Amorosos decadentes… ¿qué significa? ¿por qué el nombre? La respuesta es sencilla. Los amorosos siempre hemos sido catalogados como decadentes, cursis, pasados de moda. El rollo es que padezco de aquella gran maldición de la que hablaba Neruda, y mi voz siempre saldrá por los megáfonos de la poesía. Por ello, a través de estas páginas he querido rescatar lo amoroso de ese sentimiento tan manido y tan tocado; la pureza amorosa, su esencia, y su dirección directa y consecuente que tiene con las palabras.

Inauguré en aquella oportunidad con un texto de Camouflage, y para festejar este añito del blog, y de cualquier manera cumplir con algunas peticiones de amigos, había pensado poner otro texto del mismo libro, el cual, hasta ahora me ha traído toda suerte de alegría, reencuentros y felices coincidencias. El problema era cuál de todos los textos. Seleccionar uno, es como cortar un brazo, un testículo, una panza…el índice.



LEI CÓSMICA


(Heterónimos, en homenaje a Pessoa)

“Yo no sabía como iba a ser usted y si estuvo o no allí esa noche para jugar. De pronto la vi en ese portal oscuro y me pareció la más linda de la cuadra, y su tristeza, lo más hermoso desde el momento mismo en que comencé a acariciarla con el propio rocío hasta llegar al amanecer en sus párpados. Nos miramos sin decir. Sus ojos me hablaron en un lenguaje extraño y toda una ráfaga de viento pasó directo a mi cabeza sin percatarme de nada. Volaron pájaros con forma de sonrisas con alas y fuentes de agua llenas de piletas en flor. Una locura. La lógica se convirtió de pronto en un sorbete de letras torpes. Para ese momento ya usted se había convertido en la musa llena de flores que es hoy en día, sin nada más debajo que su propio vestido ausente. Y mis manos, desordenadas como siempre, la aclamaron, alegremente, aplaudiéndole la piel de su torso y la cintura. Hubo un estremecimiento profundo. Total. Como un enganche. Por un momento me sentí como si le arrebatara un hijo. Más que un hijo. Todavía lo siento. Todavía la siento aquí dentro. Y su grito tampoco lo olvido. Y esta sensación en la punta como si su cuerpo se hubiese venido conmigo para siempre. No se sorprenda, por favor. Yo era entonces una ráfaga de viento y pasión, y esta sangre que me golpeaba repetidas veces al día. Le dije algo al oído y usted sonrió como nunca. Le dije ven, y usted vino para quedarse. Había un beso gritándonos más besos. Alguien arrojó un chal hechizado sobre nosotros y el mundo desapareció en un instante dejándonos sin luz sin poesía sin nada, sólo usted, su respiración y un murmullo de voces llamándome desde su oscuridad...”

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Lei Cósmica ® (de "Camouflage", Memoria entre prosa y poesía, Editorial La Casa Tomada, 2006)